Blanca María

Me encuentro sentado en una librería. Esperando a que mi esposa y mi hijo llegaran. Estoy seguro que hay tráfico en la carretera, ya que mi esposa es puntual y mi hijo también. Él viene directo de la universidad para darnos «una sorpresa» a su madre y a mí. Estoy sumamente cansado,ya que soy el presidente de una compañía y casi todos los días hago horas extras. Menos hoy, que mi hijo fue muy insistente que me pareciera aquí. Como en otras cosas importantes de su vida yo no he estado, decidí llegar temprano para de alguna manera recompensar mis malas decisiones en que las prioridades de mi tiempo se refieren.

Al mirar mi teléfono móvil me percato que mi esposa y mi hijo me escribieron. Mis ideas fueron confirmadas, si se encuentran en un tráfico.

Me paro del asiento con la idea de marcharme y caminar un rato, estaba tan envuelto con mis pensamientos que me tropecé con una muchacha tumbando a su vez la caja que tenía. Al caer al suelo, todo lo que estaba cargando cayó al suelo. Me doblo para ayudarla a recoger sus cosas, ahí nos miramos directamente a nuestros ojos. El tiempo se detuvo a nuestro alrededor. Nuestras miradas penetraron, no fueron miradas de amor. En nosotros había miradas de lujurias. Terminamos de recoger, un empleado de la librería se excusó con la chica, ella no mostró importancia y caminó conmigo como si me conociera. Caminamos hacia una oficina. Sin pensar, sin saber ni siquiera su nombre, entré a la oficina. Ella cerró la puerta con seguro y me empujó contra la pared. Me miró de forma seductora  y me comenzó a besar. Sentía cómo nuestros labios hacían conexión y nuestras lenguas enredadas hacían una invitación a descubrir otras partes de nuestros cuerpos. Me comenzó a bajar mis pantalones, mientras que me quitaba mi camisa. Mis manos comenzaron a quitarle su bruza. Me tomó nuevamente y me colocó encima del escritorio. Seguimos  en la pasión, me continuó besando, bajando desde mi pecho hasta  mi miembro. Ella me recordaba a mi juventud, por un momento me sentí joven.

Camina hacia su cartera y saca un preservativo. Seguimos envueltos y pasó lo que ustedes ya imaginan. Nos besamos apasionadamente como si el mundo se fuera acabar. Parecía nuestro último beso y derrame de felicidad. Al culminar nuestro acto, mi consciente regresó a mi mente, me vestí rápido, mientras que ella también. Salimos disimuladamente de aquella oficina de locura y placer. Mientras que caminábamos disimuladamente, mi hijo y mi mujer llegan. Mi hijo corre rápidamente a saludar con un gran beso a la mujer con que yo  acababa de tener intimidad hace un momento.

–   Papá, mamá ella es la dueña de esta hermosa librería, mi novia Blanca María.

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