Las corporaciones que integran los oligopolios del IBEX35 necesitan mantener el statu quo. La nueva derecha, calificada erróneamente como “liberal”, hace tiempo que está esforzándose por encontrar la figura del líder, o lideresa, que “insertar” en la mente de los votantes. Tratan de construir la figura clave imprescindible para pilotar el “proyecto político pantalla” y, así, continuar el modelo. Para qué derogar.
Desean crear una vanguardia equívoca que represente el gatopardismo modernista del modelo. Atildada presencia. Discurso efectista. Promesas ambiguas de meditada inconsistencia. Apuntar siempre a la unidad de España a los valores de la moralidad cristiana. En suma, la receta que nos ha traído hasta aquí pero en una elaborada “deconstrucción”. Lista para el consumo rápido y la aceptación plena.
Les da igual las derechas del PP o Ciudadanos o las del PSOE de la “tercera vía”. Sólo desean el poder para ejercerlo en su propio beneficio, como hasta ahora. Aquello del interés general es un mensaje falaz dentro de la intención real, que es responder a los grupos que financian la aventura que estos jóvenes políticos encabezan. Productos del Marketing político que se construyen desde las propias expectativas no satisfechas de sectores concretos del electorado. Muchos de sus votantes son consecuencia de la frustración de los ciudadanos.
Esta nueva vanguardia equívoca fue promovida por los ejecutivos de los intereses de los grupos económicos cuando estos se han visto amenazados. Pero, como en el Show de Truman, siempre terminan dejando traslucir la realidad perversa que defienden.
El despliegue mediático que estamos presenciando, a lo largo de este intento paródico de investidura, está construyendo una verdadera ficción maquillada de palabras potentes, pero carentes de efectos prácticos. Máxime cuando las emiten personajes que distan de representar sus significados. En la tibia condena a la corrupción, pese a mencionarla a menudo, está la respuesta.
A Umberto Eco le preocupaban la verdad y la verosimilitud en el texto literario. Este pensador que nos dejó hace unos días, era alguien que no temió oponerse a Berlusconi, denunciando la corrupción y las falacias del relato oficial de aquel gobierno.
Una noticia de los medios era para él menos real que un texto literario. Los personajes de una novela existen en ese mundo “creado” por el autor. En cambio, los medios de prensa construyen relatos, relacionan sujetos, acciones y contextos, de manera que esa narración periodística adquiere la credibilidad que le confiere el propio medio. La masificación del mensaje, en cuanto a las audiencias, y la homogeneidad y persistencia de la manipulación, fue terreno fértil para inseminar la mentira y las falsas creencias en la mente de los ciudadanos. Estamos siendo víctimas de una suerte de Show de Truman… ¿narcolepsia democrática tal vez?
Al menos, eso era hasta hace bien poco. Con la aparición de Internet esa contundente acción de crear ficciones que tenían los medios tradicionales ha venido decayendo. Su efectividad se difumina. La libertad caótica que habita en las Redes Sociales es la responsable. La velocidad de la información y la presentación en tiempo real de nuestros errores y aciertos, dejó en evidencia las costuras de las intenciones de los jugadores que intervienen en el proceso de formación de gobierno. Contradicciones. Improvisación. Efectismo. Puede que haya quedado en evidencia que las intenciones verdaderas no aparecen claras.
A todo esto, me viene a la cabeza un pensamiento de Otto von Bismark: “Cuando alguien dice estar de acuerdo, en principio, en hacer algo, quiere decir que no tiene la menor intención de hacerlo.”
Resultaría no tanto melancólico, al decir del señor presidente de la Cámara de Diputados, cuánto perverso el comprobarlo.