Asú Asú

Durante una semana me encontraba durmiendo en el hospital, porque mi padre se encontraba muy enfermo y yo era el único familiar disponible para atenderlo. Así que tomé la responsabilidad de cuidarlo durante la noche ya que por el día estudiaba.  Todas las noches yo veía a un niño jugar en los pasillos del hospital. Nunca le llamé la atención, soy un chico tranquilo, no me gusta estar buscando problemas con nadie. Todas las noches veía este niño jugar, a  la misma vez observaba que los pacientes de ese piso iban falleciendo uno por noche. Una de esas noches ocurrió algo que me dejó pensativo, vi a un hombre que había llegado muy enfermo mejorar grandemente, inclusive le había dicho a todos que al otro día le daban de alta.  Ese hombre se  encontraba discutiendo con un enfermero de turno, porque aquel niño que tanto le gustaba jugar todas las noches no lo dejaba dormir.

– Su nombre es Pablo, pero le gusta que le digamos Asú, – dijo el enfermero.

Al otro día el señor amaneció muerto. Después de varios días, veo a Pablo en el ascensor. Me toma de la mano y me mira con sus  ojos juguetones.

– Mi nombre es Pablo, pero me gusta que me digan Asú, ven juguemos.

Un miedo me invadió, así que le dije que sí, con mi cabeza. Nos sentamos en el pasillo y sacó unos sorbetes para beber refresco y nos  reíamos toda la noche. En ese mismo momento salió mi padre de su habitación.

– Parece mentira, yo pasando por necesidad y tú jugando con ese niño.

El enfermero atendió enseguida a mi padre, mientras que veo los ojos a Pablo se encontraba muy molesto. De momento cuando voy a calmarlo, el niño había desaparecido. Me inquietó mucho y el enfermero caminó hacia mi. Tomó los sorbetes donde bebía refresco y los puso de forma cuadrado.

– Si no quieres que tu padre muera hoy, invoca a Asú Asú.

– ¿Qué?

– Todas las personas que se quejan del niño amanecen muertas. Ese niño apareció aquí desde que un día un chico de la edad de Pablo murió y se llamaba como él, desde ese día juega en el hospital. El personal que trabaja en este pasillo, pensamos que ese niño es el mismo, Asú.

Tomé los sorbetes y lo llamé, se apareció y le dio otra oportunidad a mi padre, con la condición que una vez a la semana lo invocara en diferentes lugares para hacer travesuras y así se iba a olvidar de darle un castigo a mi padre.  Así que una vez a la semana lo invoco por los pueblos para que beba su acostumbrada soda y para que juegue un rato con la esperanza que nunca matará a mi papá y rogando que ninguna persona se queje  en las calles y en los hospitales cada vez que tenga que invocar a Asú Asú.

Ruta

Hacker Asesino

Texto del más allá

La chica de la churrería de la esquina

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