El libro de Antonio Piazuelo, desgrana toda una tesis sobre la Renta Básica Universal, que tiene a mi manera de ver una importancia vital. Hoy ya son muchos los que tratan este tema cuando para bastantes de ellos hasta hace pocas fechas era un tema tabú, maldito, algo de lo que no se debía hablar, o no había que mencionar en el discurso político. Motivos, en primer lugar, una falta de voluntad política para acometer uno de los temas más delicados en momentos de crisis económica y financiera. En segundo lugar su financiación.
Sin embargo la trayectoria de Antonio, nos muestra una honestidad irrefutable en su forma de pensar, léanse sus libros sobre la necesidad de tener una Banca Pública, o su obra titulada “quiero la Cabeza de John Maynard Keynes”, en donde manifiesta una constante la preocupación por lo que ocurre en nuestra sociedad, tanto a nivel local, como Europeo y como consecuencia de la globalización en el mundo entero. Creo que es esta preocupación social la que lleva a Antonio Piazuelo a escribir este libro comprometido, por las repercusiones que la exclusión social tiene sobre las clases más desfavorecidas de una sociedad cada vez más desigual. Esta preocupación de Antonio Piazuelo y que compartimos, no es sobrevenida, sino que se sustenta en una filosofía de vida, la de un socialista convencido.
El hecho de que muchos hoy se preocupen de la Renta Básica Universal, bajo distintas formulaciones (Renta Mínima de Inserción, Salario Social, Renta Garantizada, etc.) no es malo, al contrario, ello significa que ha ido calando el mensaje en mucha gente, nuestro mensaje, el mensaje de Antonio Piazuelo, y por supuesto que sean bienvenidos al debate.
Ante la ausencia de pleno empleo, todo ciudadano por el hecho de serlo debería tener, tiene “Derecho” a tener garantizadas sus necesidades básicas para su subsistencia y no abocarse a la marginalidad social.
Por otro lado es una obligación de la sociedad moderna satisfacer estas necesidades, además de ser un principio que tiende a la igualdad, potencia la libertad de expresión, libera de la esclavitud a aquellos que por razones económicas supeditan la libertad a la sumisión.
La llamada izquierda ha tenido siempre un gran complejo, como sobre otras muchas cosas, para combatir la pobreza, hablo de la pobreza y la marginalidad que vemos cada día en nuestras calles, hablo de la pobreza real.
Esta se ha combatido desde los Servicios Sociales de la instituciones, con acciones timoratas y de parcheo, siempre pendientes de si se caía o no en el paternalismo, si se caía o no en la beneficencia o en la limosna, conceptos no deseables para la izquierda fundamentalmente debido a su componente de moralidad religiosa, y en muchos casos también se ha cuestionado si determinadas acciones podrían vulnerar principios como el de la Libertad individual de la persona. Es por ello que esta materia siempre ha sido una asignatura pendiente.
Este tipo de razonamientos no ha dejado ver a la izquierda que tras el marginado, el mendigo, no solo está la persona, ya que al formar parte de una comunidad, el problema humano y personal se convierte en un problema social.
Por tanto esta situación sí que se debería haber tratado como un DERECHO INALIENABLE y no como acciones individuales en función de la sensibilidad de cada uno, tendentes a lavar la propia conciencia.
Es verdad que existe otra pobreza no menos real, pero esta es organizada y explotada por los buitres que no dudan en sacar beneficio de la misma, dando una imagen de pobreza generada por redes de delincuencia a la que se debe dar un tratamiento diferenciado. Eso sí, estamos seguro que tanto una como otra son posibles por la inexistencia de una política de pleno empleo o en su defecto el no tener garantizadas las necesidades básicas de subsistencia.
La marginalidad nos muestra un sinfín de problemas no combatidos ni resueltos, la carencia educacional, el desempleo, la drogadicción, el alcoholismo, violencia de género, la degradación del Estado del bienestar y por supuesto como consecuencia de todo ello la exclusión social de una parte de la sociedad, en toda su magnitud.
¿Cabría pensar si esta imagen de nuestro paisaje urbano, es de interés para las clases pudientes y adineradas, poseedoras de los medios y bienes de producción? Claramente sí, convierte este paisaje en una amenaza muy eficaz, no dicha ni escrita, pero latente, ante la clase trabajadora.
Si nos trasladamos a la Edad Antigua por un momento veremos cómo las legiones romanas colgaban las cabezas de sus adversarios en las calzadas que conducían a Roma, como anuncio o advertencia de lo que te podía pasar si te oponías a su poder.
La derecha exhibe este paisaje de marginación, como advertencia o anuncio para navegantes, ¿tal vez quiere transmitir al trabajador, al ejecutivo, al directivo, el lugar donde pueden acabar si no acatan o se muestran beligerantes con el poder? Sus instrumentos no son las espadas, lanzas, los arcos y las flechas de los romanos, son las políticas neoliberales transformadas en reformas laborales y el despido libre.
Su final no es el empalamiento de su cabeza, como hacían los romanos con los osados, su final es perder su empleo, su estatus social, el no estar integrado en una comunidad económicamente viable, es perder su salario, para a continuación agotar sus prestaciones sociales y después incorporarse al submundo de la marginación social. Prácticamente condenarles a una muerte social como individuo.
Hoy nos congratulamos que el amigo Antonio Piazuelo contribuya con su obra a la sensibilización necesaria para que nuestros políticos acometan de una vez por todas la Iniciativa Legislativa Popular sobre la implantación de la Renta Básica, ya propuesta en 2014, y que actualmente de nuevo anda por los pasillos del Congreso al aceptar a trámite, el pasado día dos de Marzo de 2017 la proposición de ley para establecer una renta mínima de 426 euros para personas sin recursos. Esta propuesta fue aprobada con los votos en contra del PP y Ciudadanos, aunque no fueron suficientes para derrotar la Iniciativa Legislativa Popular avalada por 700.000 firmas.
Como hemos visto la derecha, los representantes de las oligarquías financieras, se oponen al establecimiento de una Renta Básica y Universal, también hemos visto como los otrora detractores se van acercando al debate, y no tardarán mucho los poderosos y oligarcas en unirse a este debate.
La razón es sencilla, la situación es tan critica que querrán sacar tajada política y consolidarse en el poder, para ello como siempre desvirtuaran el concepto Renta Básica, y tratarán de convertir esta en lo que en el antiguo Imperio Romano, se definió como PAN y CIRCO, donde se daba pan a la muchedumbre hambrienta y se administraba su ocio, para mantener así una paz social que les siga permitiendo ostentar el poder sin sobresaltos.
Aquí radica en esencia y la diferencia entre RENTA BÁSICA UNIVERSAL COMO DERECHO y el control de la marginalidad a través de la DÁDIVA O BENEFICIENCIA.
Posiblemente la mayor dificultad está en su aplicación, pero que nadie intente confundir al ciudadano en que términos como Renta Básica y Estado del Bienestar son incompatibles, ya que no es cierto y por ello la financiación de la Renta Básica no ha de implantarse a costa de aminorar los presupuestos de Salud Pública, La Enseñanza o de los fondos para la dependencia. En todo caso Renta Básica y Estado del Bienestar son complementarios.
La Renta Básica ha de tener su propia partida presupuestaria en los Presupuestos Generales del Estado, y su financiación bien pudiera obtenerse mediante la aplicación de la llama Tasa Tobin o de una nueva propuesta fiscal y tributaria. Pero nunca a través del IRPF, ya que este solo afecta a los trabajadores y no a las clases pudientes o a las transferencias de capitales como sí lo hace la tasa Tobin.
La RENTA BASICA UNIVERSAL, será o no será, como siempre sucede, en función del grado de concienciación y VOLUNTAD POLÍTICA o de la movilización social, ya que para el poder económico y sus representantes, no es lo mismo tener delante un cuadro con un paisaje urbano donde aparecen los signos de marginalidad sin más, que tener delante una gran movilización social, que pudiera alterar la convivencia y la paz social, ya que esta es necesaria para que el mundo productivo funcione y siga generando las plusvalías o beneficios que le son propios.
Día 8 de Marzo de 2017 en LEADER.CF
Isidro Carpio García