Ahora les toca a ellos...

Propuestas de lavoro, mejores condiciones de vida, un programa de salud igual para todos, somos la voz de las mayorías, debemos tomar el poder que ha estado en manos de una élite. Estas y otras consignas forman  la bandera de lucha de un movimiento que poco a poco se está extendiendo por todo el mundo y, que hoy en día goza de aceptación de quien piensa que hasta el momento ningún gobierno ha respondido a sus necesidades, ni derecha ni izquierda. De quien se siente desprotegido en todo sentido.

Desprotegido de un sistema educativo que debería ser gratuito, garantizando una fuente de trabajo y que al final la realidad es cruel y deshumana. Desprotegido de un sistema de trabajo que cada vez es más cerrado. Desprotegido contra una guerra que se acerca poco a poco, en la que seguramente los afectados y los muertos serán siempre los mismos…los de abajo, que son quienes enfrentan al enemigo. La estrategia la dictan siempre los de arriba, que por una causa u otra se mantienen detrás de las líneas enemigas, pero una vez que se vence la guerra son quienes portan la bandera y pronuncian el discurso, agradeciendo el sacrificio del pueblo y lamentando las enormes pérdidas humanas.

Los mismos, siempre los mismos. Los de arriba y los de abajo. La historia está escrita con sangre, y lastimosamente no siempre es sangre de los de arriba, que se mantienen siempre en sus posiciones, gozando de los grandes privilegios.

No se si me equivoco, pero independientemente de la ideología que manifiesta un determinado partido político, una vez obtiene la aprobación del pueblo para gobernar, sus grandes suscesos llegan hasta ahí. Y no es diferente con los movimientos populares. Se inicia con criticar las legislaturas anteriores, que son tantos los problemas que han tenido atrasado al país que no se pueden resolver en poco tiempo, se toman desiciones rápidas sobre situaciones poco trascedentales o de menor importancia, dejando para después la bandera de lucha que los llevó al poder. Al final el pueblo se conforma de nuevo con expresar su voluntad de llevar a un desconocido hasta el máximo poder del país, aunque si su realidad contina a ser la misma. Pocas respuestas y mucho sacrificio, nuevos impuestos que al final en poco o nada le faverece.

Y la espiral continua igual, quien estaba abajo ahora está arriba,  cambio de estilo de vida, una nueva casa, un menú diferente, al igual que los trajes que usan para enfrentar cada día una agenda cargada de tareas que a veces terminan y otras no. Deja la bicicleta o el auto de bajo costo por un modelo más adaptado a su nueva posición, que es la que le dicta como debe comportarse. Atrás quedan los discursos populares, su lenguaje cambia, es más refinado y la lista de quienes solicitan una entrevista para reclamar una de tantas propuestas de campaña se alarga cada día sin una respuesta clara. Los compromisos de política externa ocupan gran parte de su tiempo y por si fuera poco, dado que poca o nada experiencia política tiene hasta ese momento, los asesores entran y salen de su despacho para orientar esto o aquello. Y asi “Juan Pueblo”, como se dice en mi país, continúa a esperar la lluvia de respuestas a sus problemas, mientras una nueva casta de políticos, llamados movimientos populares pasan por la alfombra roja del poder político. Ahora toca a ellos.

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