Hoy vamos a decir adiós para siempre en un entierro que se espera concurrido en mi pueblo, a un personaje muy conocido por sus habitantes.
Francisco, conocido como Charlie, era un indigente que vivía de la ayuda espontánea de algunos ciudadanos y de los servicios sociales de este pueblo. Ignoro si últimamente dormía bajo cubierto, ya que en algunas temporadas lo había hecho al cielo raso.
Charlie padecía su alcoholismo que le había marcado y marginado, pero a pesar de ello y de verlo en muchas ocasiones bajo los efectos de alcohol, su aptitud era siempre jovial nunca agresiva, o en una pequeña escala que solo podía dañarle a él mismo.
Los ciudadanos éramos testigos y padecíamos sus locuras en esos estados, cuando se ponía a dirigir el tráfico haciéndolo más complicado.
Y grandes supermercados lo conocían y lo auxiliaban en ocasiones.
Una larga temporada ayudo en el parking de uno de ellos y a cambio creo entender, le pagaban en especies, hasta que como siempre la lió llegando bajo los efectos del alcohol y molestando al personal y clientela. Desde entonces la entrada le fue vetada.
A pesar de su duro día a día no perdía jamás la sonrisa, todo el mundo lo conocía y saludaba y te respondía aunque no supiera quién eras.
Por eso la noticia de su muerte impactó en esta pequeña comunidad y además por las causas oscuras no muy claras.
Fue atropellado por un conductor que no lo vio en la oscura noche en una carretera de una localidad cercana y donde él, estirado en mitad de la vía, estaba inconsciente se supone por los golpes recibidos por alguien. Se comenta para robarle una pequeña cantidad de dinero que había recibido. Todo esto es el rumor que circula de boca en boca.
Uno puede imaginarse que la cantidad no debía ser muy elevada, quizás una ayuda social, pero lo suficiente para despertar la codicia de otro tal vez en sus mismas circunstancias y que aunque se tratara de poco, para él era lo suficientemente importante para codiciarla y llevarlo a cometer un acto de violencia y desamparo de auxilio que llevó a Charlie a su trágico final.
Pensareis que no es más que otro caso de un indigente y como dice, quién mal anda mal acaba, pero yo todavía no se la historia de Francisco después llamado Charlie, y como todos formo parte de esta sociedad, tal vez formó una familia o una vida en pareja, tal vez trabajó sus 8 horas en una empresa y pagó impuestos como todos, hasta que por alguna razón el “clic” que llevamos en nuestra conciencia o inconsciencia, según cada uno, se disparó y lo llevó a tomar otro camino, el de la autodestrucción, la indigencia, la soledad y también algunas malas compañías.
Lo que quiero dar a entender es que es muy fácil llegar a este camino y más en estos tiempos, cuando estás solo y tu vida va marcada y dirigida por una adicción y no tienes el ancla de una familia que te mantenga en el puerto de la seguridad familiar.
Entonces tu destino se vuelve incierto todos los días y pasas a depender más de las ayudas que puedan ofrecerte y también de los peligros que puedas encontrarte.
Charlie en sus buenos momentos era un personaje que te arrancaba una sonrisa y que con su mirada comunicaba cercanía y ganas de seguir viviendo, no creo que él estuviera triste con su situación, por lo menos eso parecía.
Siempre se le daba ropa limpia y nueva y abrigo y cuando estrenaba algo iba orgulloso por la calle, por eso creo que se sentía querido.
Su recuerdo formará parte de nuestra comunidad, allí donde este Charlie sé que les regalarás tu sonrisa picarona y tu mirada tierna.
La desprotección de los indigentes en este país es absolutamente vergonzosa. Y más teniendo en cuenta que hoy ya son decenas de miles… o más, quienes viven en la indigencia. El desprecio que siente por ellos el ciudadano de clase media sólo indica la baja calidad moral y cultural de nuestra clase media: inculta y mediocre. ¡Y tan cursi a veces! (Un consejo: cuando veas a un indegente, dale lo que puedas. Y se es para vino, ¡pues que le aproveche: esta vida no da para más y un buen rato no tiene precio cuando la desgracia acecha!( Saludos.