¿Adiós a nuestros Parques Nacionales?

Llevo tiempo enfrentado con los elementos que dictan juicio en la sociedad actual -esos que han sido establecidos por las actuales fuerzas geopolíticas y mediáticas- y los hago frente desde una autoimposición natural, ética y purificadora. Advierto que no es una tarea sencilla, sin embargo, la recomiendo ya que permite ejercer con asiduidad la empatía como un elemento diferenciador del devastador ritmo de competencia de la civilización occidental. He de decir que esto me ha llevado a un crecimiento interior y, sobre todo, me ha servido para entender los razonamientos que llevan a un pensamiento elitista a designar una tasación de todo lo existente, incluso de lo imponderable, como si se pudiera ascender tanto como para dirimir tales decisiones. Llegado este punto y advirtiendo que soy poco amigo de mancillar colores, sí ésta vez voy a cargar tintas contra una línea de actuación desleal, cobarde y carente de justificación del Partido Popular la cual pretende acabar con la red de Parques Nacionales españoles, en pos de favorecer a un lobby cada vez más poderoso -y al que muchos barones del partido representan- como es el de la caza, auténtico juez y dueño hoy en día de nuestro patrimonio natural.

Como si los escándalos del Ébola, las tarjetas opacas, la corrupción interna a todas las escalas, la lamentable designación de Arias Cañete como comisario de Energía y Cambio Climático, las prospecciones en Canarias, la amputación a las renovables o la aspiraciones catalanas -por nombrar unos pocos- no fueran suficientes, el grupo parlamentario liderado por Mariano Rajoy quiere implantar unas enmiendas que desprotejan a los Parques Nacionales permitiendo que actividades como la caza o la pesca se puedan llevar a cabo en estos reductos del patrimonio común, y dejando vía libre para que tales decisiones estén en manos de los propietarios, con el desproporcionado perjuicio que esto causaría en la protección de la biodiversidad y los ecosistemas que la sustentan. Es decir, tirar por tierra todo el esfuerzo proteccionista continuado de lustros para el disfrute de los de siempre. Ni más ni menos.

Se puede embellecer con mil capas de oro un pedazo de carbón que nunca conseguiremos cambiar lo que es. En otras palabras, la protección jurídica de que gozaban hasta el momento estos santuarios, desaparecería, en la que sería violación pública sin precedentes a la sociedad. Las organizaciones ecologistas –estigmatizadas injustamente por medios de comunicación masiva al servicio de la propaganda política más interesada- se han escandalizado con tal propuesta y están haciendo un llamamiento generalizado para despertar conciencias. De hecho, no son las únicas y particulares, asociaciones naturalistas o humildes amantes del senderismo también se están movilizando con el fin de paralizar otro sinsentido, pero siendo éste uno que puede tener en poco tiempo consecuencias devastadoras para el medio natural que nos va quedando.

Y es que parcela a parcela, este país ha quedado dividido entre las propiedades de quienes tienen dinero para sustentarlas, poder para apropiarse de todas aquellas que queden libres o autoridad para deformar al antojo las normas establecidas en todas ellas. Ahora, basta con quebrar los frenos de la imaginación y permitir que vuele hacia una realidad cercana en la que estén ya implantadas dichas enmiendas. Así, ¿qué impide la explotación industrial en tales paisajes, su empleo como cauce de nuevas infraestructuras al servicio del bolsillo privado o su utilización como campo de cultivo para un nuevo desfase urbanístico? Desde un lugar sin retorno, uno puede empezar a plantearse ¿qué no pueden hacer las élites en este mundo, en este país, en nuestra región o pueblo? ¿Qué clase de sociedad pasiva somos si permitimos que pisoteen nuestras casas y nuestros prodigios naturales? ¿Qué legado podemos dejar a las generaciones futuras? Si el PP consigue, una vez más, la indolencia en todos nosotros se arruinará en nuestro país la base de la protección de la naturaleza, porque en suma hoy la legalidad no es sinónimo de justicia pero la apatía social sí será en el mañana la excusa para la imposición.

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